Veruela se halla en un pequeño valle formado por el río
Huecha, cuyo nacimiento
se encuentra muy cerca del monasterio, protegido por la mole mítica
del Moncayo.
El documento más antiguo referido a la fundación del monasterio verolense
es la confirmación por el rey navarro García Ramírez de la donación
de los lugares de Veruela y la Oliva y sus posesiones al monasterio
cisterciense de Santa María de Niencebas (Fitero, Navarra) en
1145 para la erección de sendos cenobios de la Orden. Ésta había
sido fundada en 1098 por Roberto de Molesmes que deseoso de restablecer
la austeridad que caracterizó a la orden benedictina en sus orígenes
(s. V) se retiró a Citeaux (cerca de Dijon, Francia), primera
fundación cisterciense.
Poco tiempo después San Bernardo fundará
Claraval, desplegando
una ingente labor apologética y doctrinal.
La reforma bernarda de la relajada observancia benedictina cluniacense
rápidamente se expandió por toda la Europa medieval.
En Aragón se levantaron grandes fundaciones, la primera de las
cuales fue Veruela (1145 ó 1146), a la que siguieron Rueda (1153),
Piedra (1194) y Santa Fe en Cuarte (1223), todas en la actual
provincia de Zaragoza; además se erigieron los monasterios femeninos
de Trasobares (h. 1168), cercano a Veruela, y Cambrón, trasladado
en el siglo XVI al de Santa Lucía en la capital aragonesa, el
único activo en la provincia
Estas fundaciones religiosas fueron propiciadas por la corona aragonesa
con la confirmación de numerosos privilegios y donaciones, que
sumadas a las de los particulares, compusieron un rico patrimonio
que en el caso verolense conformaba una red con decenas de posesiones
que iban desde Huesca a Saviñán pasando por
Pedrola.
Aportaron no sólo unos nuevos valores religioso-espirituales y
culturales sino también de índole económico-política a través
del dominio del espacio por medio del esfuerzo colonizador.
Los «monjes roturadores» como se ha dado en llamar a los cistercienses
por su influencia económica agrícola, organizan sus abadías como
verdaderos núcleos que activan la repoblación de zonas despobladas
o poco pobladas a través de la roturación de las tierras incultas,
o en territorios defensivo-fronterizos, características ambas
de las que participa Veruela.
Para el dominio del espacio resulta básica la ordenación de los
recursos del agua; para ello los monjes verolenses configuraron
una amplia red de acequias, presas y molinos en torno a la cuenca
del Huecha.
La construcción del cenobio actual debía estar lo suficientemente
adelantada en el año 1171 como para posibilitar el traslado de
la comunidad.
Las obras de la iglesia se dilataron por espacio de más de 250
años; la fábrica es sobria, sin apenas adornos escultóricos, de
acuerdo con el espíritu bernardo, pero de proporciones y calidad
catedralicias que proclaman los ingentes recursos económicos del
monasterio.
A finales del siglo XIV se procedió a un cambio notable en la administración,
se pasó de la expansión colonizadora mediante cartas de población
u otros instrumentos jurídicos, al arriendo de los extensos bienes
del monasterio, incluso a su venta.
La cifra de los hermanos conversos (legos) que antaño se hacían
cargo de la explotación del dominio verolense descendió irremediablemente
en los siglos siguientes, teniendo que aceptar el ingreso de donatos
(personas que prestan sus servicios al monasterio sin haber profesado).
Sin embargo, las elevadas rentas mantuvieron una amplia y no mermada
comunidad de monjes y permitieron continuar mejorando y ampliando
la fábrica monástica.
Así, a partir de 1472 y hasta 1617, los abades verolenses ya no
fueron regulares sino nombrados por el rey, o comanditarios, ajenos
incluso a la orden cisterciense. Abrió la serie el arzobispo de
Zaragoza, Juan de Aragón (1472-1475), hijo bastardo del rey Juan
II de Aragón.
Los grandes abades de este periodo fueron Hernando de Aragón (1534-1539),
nieto de Fernando el Católico, que dejó el cargo para ocupar la
sede episcopal de Zaragoza, y su gran amigo y sucesor, Lope Marco
(1539-1560) que ampliaron y decoraron notablemente el viejo monasterio
medieval. Bajo la dependencia de la congregación cisterciense
de la Corona de Aragón, creada en 1617, los abades pasaron a ser
cuatrienales hasta la supresión monástica en la Desamortización.
Coincide este cambio político con el comienzo de una de las ampliaciones
mayores del monasterio, la construcción del monasterio nuevo (1617-1664)
con un sistema de celdas individuales para los monjes (unas 65).
En esta época, Felipe IV visitó Veruela (1643).
Hasta el inicio de la Guerra de Independencia (1808-1814) que supuso
la supresión del monasterio debido a las medidas desamortizadoras
del gobierno napoleónico, la comunidad de «monjes blancos» no
bajó de cuarenta padres; después del regreso al monasterio terminada
la guerra comenzó el descenso a la vez que se hacían cada vez
más acusadas las diferencias políticas entre los monjes, divididos
en carlistas e isabelinos, todo en vísperas de la supresión total
del cenobio.
La Desamortización de Mendizábal (1835) provocó el abandono del
monasterio de Veruela que desde comienzos de siglo estaba sumido
en una irremediable decadencia.
Sacado a pública subasta el edificio en 1844, la Comisión central
de Monumentos artísticos de Madrid reclamó su conservación e impidió
su licitación al mejor postor, salvando la fábrica de su total
destrucción. Desde entonces fue meta de numerosos viajeros románticos
entre los que destacaron los hermanos Bécquer.
A la Junta de Conservación que lo preservó de su destrucción desde
1845, siguió la tutela de la Compañía de Jesús que allí se instaló
con un noviciado en abril de 1877 hasta 1973, con la sola interrupción
de la expulsión durante el Gobierno de la República y la Guerra
Civil (1932-1939), siete años en los que volvió a estar abandonado.
Fue declarado Monumento Nacional en 1919, decreto ampliado en 1928.
En 1976 la Dirección General de Bellas Artes del Estado español
lo cedió en usufructo a la Diputación de Zaragoza
para su rehabilitación y conservación,
en la cual ha invertido varios cientos de millones de pesetas
en más de veinte años de esfuerzo continuado.
Veruela pasó a propiedad de la Diputación Provincial de Zaragoza en 1998, institución
que continúa a buen ritmo las obras de restauración así como ha
potenciado sus actividades culturales con exposiciones temporales, publicaciones y la celebración estival
del Curso Internacional de Composición Musical y del Festival
Internacional de Música «Veruela Música Viva» (desde
1994).
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